Lo primero que debes tener en cuenta antes de comenzar algún tratamiento o rutina de cuidado de la piel es que debes conocer bien las características de la misma y conocer si tienes piel seca, mixta, grasa o atópica. Es muy importante elegir productos específicos para cada tipo, así mantendremos una piel saludable, equilibrada y radiante.

¿Cómo podemos saber qué tipo de piel tenemos y cómo cuidarla?

Las características más destacadas de la piel seca son: sensación de tirantez, descamación, poros pequeños y apariencia apagada. Por lo que será necesario una hidratación intensiva y protección contra la pérdida de humedad. Deberás utilizar un protector solar y mascarillas hidratantes, junto con sueros con ácido hialurónico o ceramidas.

Por el contrario, la piel grasa se caracteriza por el brillo excesivo, poros dilatados, es propensa a sufrir acné y puntos negros. Debe controlarse el exceso de sebo y prevenir la obstrucción de poros.

Necesita un cuidado diferente, como limpiadores que controlen el sebo, con ácido salicílico o glicólico y no comedogénicos. Los productos hidratantes deben ser ligeros y sin aceites, al igual que el protector solar. Los tratamientos como la exfoliación suave y mascarillas de arcilla para la zona T o hidratantes para las mejillas serán tu mejor aliado.

Entre ambas, encontramos la piel mixta, una combinación entre la piel seca y grasa, normalmente la zona T es grasa y las mejillas y resto de la cara es seca. El cuidado debe ser un equilibrio entre la hidratación y el control del sebo en las distintas áreas del rostro. Los mejores limpiadores son suaves, no agresivos. Los hidratantes deben ser ligeros en la zona T y más ricos en las áreas más secas. La protección solar que elijamos debe ser ligera, y los tratamientos como la exfoliación deben ser suaves.

También podemos encontrar la piel atópica, la cual se caracteriza por la inflamación de la piel, sequedad, enrojecimiento, erupciones en la piel, hipersensibilidad y picazón. Suele darse en personas con antecedentes de enfermedades alérgicas como el asma y la fiebre del heno. Las cremas y lociones hidratantes deben ser específicas para las pieles atópicas, ricas en emolientes y humectantes como la glicerina, el ácido hialurónico o las ceramidas. Debes aplicar crema hidratante varias veces al día.

Una vez tenemos claro qué tipo de piel tenemos, debemos tener en cuenta que existen una infinidad de tratamientos faciales para todos los tipos de pieles que nos ayudarán a conseguir distintos objetivos.

  • Terapia de Luz LED: equilibra la producción de sebo y mejora la textura de la piel.
  • Peeling suave: exfolia sin irritar las zonas secas.
  • Microneedling suave: técnica especializada para pieles sensibles que consigue estimular la producción de colágeno y elastina, aumenta la penetración de los activos en la piel.
  • Peeling químicos: para reducir el tamaño de los poros y controlar el acné.

Para un cuidado adecuado de la piel, aparte de realizar estos tratamientos, deberás seguir las directrices de los profesionales médicos que te asesoren para mantener los resultados. Una buena rutina diaria del cuidado de la piel con los productos adecuados y siendo constantes es fundamental para lucir una piel reluciente. ¡Consulta con nuestros expertos sin compromiso cuáles son los mejores tratamientos para ti!

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